lunes, 15 de diciembre de 2014

Laura Janet Gómez Hernández

Mientras tu me ames

Diego y Laura paseaban de la mano por el parque. Él se detenía por unos instantes a observarla, cosa que hacía que la Laura se sonrojara. A Diego le encantaba provocar ese leve color rosa en sus mejillas y verla sonreír. De vez en cuando él la detenía inesperadamente, para besarla, a lo que ella respondía con una sonrisa entre labios.

Se detuvieron para recostarse bajo la sombra de un enorme árbol, para ver como el sol comenzaba a ocultarse. Ella apoyo su cabeza en el pecho de Diego para recostarse suavemente y quedar rodeada por  sus fuertes brazos. Eso la hacía sentirse protegida, que con él nada en el mundo podría hacerle daño.

- ¿Sabes que te amo?- le preguntó de pronto a su novia.

-Si lo sé Diego- respondió, dándole un pequeño beso en el cuello.

- ¡Te amo tanto demonios!...-levanto su rostro para comenzar a besarla lento, suave, como a ella le gustaba, como a él le gustaba. Laura emitió un leve suspiro. -¿Qué pasa?

- Que me encantan...- delineo con uno de sus dedos los suaves labios de Diego.- Me encantan tus besos, tus labios.- sonrío.

-A mí más los tuyos princesa.-sonrió.- Bastante.- La tomo de la cintura para dejarla bajo su cuerpo.

-¡Oye!... ¿Qué haces? -pregunto con una risa nerviosa mientras Diego se acercaba peligrosamente sus labios. - Diego…

Él comenzó a besarla como nunca antes, adentrándose en su sabor, provocando un choque de lenguas.
Las respiraciones de ellos comenzaron a agitarse, Diego comenzó a tocar el frágil pero cuerpo de su novia, mientras torturaba su cuello.
Ella nunca ha vivido algo igual, nada ni nadie se comparaba con lo que sentía cuando estaba con Diego.

Pero ¡Oh!, algo  sucedía, no estaba segura, no se sentía preparada. Comenzó a negarse, Diego captó sus señales. Y dijo en su mente que la esperaría, nada lo apuraba. La amaba, la deseaba, pero la respetaba ante todo.

-No puedo...-sus ojos se veían tan preocupados.- Perdóname- dijo en voz baja, bajando la cabeza.

-Oye princesa...-levanto su barbilla- no tienes por qué disculparte. Te entiendo, de verdad. Yo te esperare, te respeto mucho hermosa como para hacer algo que no estas segura- beso su frente- no tienes porque pedirme perdón. Te amo.

-Y yo te amo-ella sonrió.

Esa tarde, Diego fue a dejar a Laura a su casa. Después de una despedida llena de abrazos, muchos te amo, y muchos más besos. Vio cómo su princesa se pasaba a su casa. Estaba por subirse a su auto, cuando alguien lo llama… era, el padre de Laura.

-Hola -sonrió Diego, dándole la mano. El padre de ella no sonrió. Ni siquiera devolvió el saludo. Solo lo miraba fijamente.

-Escucha bien, mi hija es todo para mí. Ella me necesita tanto como yo a ella.- Diego lo miró angustiado.- Y eso significa que algún día la tendré que dejar ir, y cuando lo haga. Quiero que este con un hombre- lo miró de arriba abajo- no con un niño.

-Yo la amo.
   
- Si seguro, sé el tipo de chico que eres. Yo solía ser así, eso significa que algún día la dejaras por alguien más y le romperás el corazón. Y yo no permitiré eso. -Diego jamás haría eso, la amaba más que a nada en el mundo.

- Usted no nos conoce.

-No necesito hacerlo. No quiero conocerte. Así que entra a tu auto, vete y no vuelvas más. Y si lo haces, no pasaran cosas buenas.

-¿Que me va hacer?- lo enfrentó.

-Matarte.

Después de eso se pasó toda la noche pensando en ella, en su relación. ¿Se tendría que alejar?, ¿realmente debía tomar en cuenta la amenaza de su padre?, ¿dejaría a su amada?

Él dijo que sería lo mejor para ambos. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el tono de su celular llamando. Y salía una imagen de ella sonriendo, le encantaban sus fotografías, para él era simplemente perfecta.



-¿Diego?

-Hola preciosa -sonrió.- ¿Qué pasa?

-Es que quiero verte, te extraño mucho. -rio.

-Yo también princesa.- recordó la conversación con el padre de ella, diablos ¿ahora qué haría?

-¿Nos vemos en el parque? –dijo rápidamente.

Tenía que hablar con ella, debía decir lo de su padre, no podía quedarse en callado. Su relación siempre se ha basado en toda la confianza del uno hacia el otro, y ahora no fallaría a eso.

-Me encantaría, ¿14:30 te parece bien?

-¡Perfecto! Nos vemos allí, te amo mi amor.

Más tarde, se rencontraron en aquel ya conocido parque. Ahí se dieron su primer beso, ahí Diego le pidió ser su novia. Ese parque no era un simple lugar, era su lugar.

Ahora se encontraban en una banca, Laura apoyada en el hombro de él, mientras la abrazaba. Así se quedaron en silencio, sobraban las palabras.

-Oye… -ella lo miró.- necesito hablar contigo.

-¿Qué sucede? -se preocupó, Diego pudo notar que se ponía tensa-.

-No es nada malo tranquila preciosa... o bueno, no sé cómo te parezca.

-¿Qué Diego?, dime.

-Ayer cuando fui a dejarte a tu casa, me encontré con tú padre y me amenazó, me dijo que me alejara, que no quería verme cerca de ti- rasco su cabeza preocupado-.

-¿Y tú quieres eso?-preguntó angustiada- ¿Quieres eso Diego?- se alejo bruscamente de él, para pararse e irse.

Diego reacciono, él no quería eso, jamás la dejaría ir, ella era todo para él.
-¡Laura espera! -corrió hacia ella para alcanzarla. La tomó del brazo y la atrajo hacia él- ¿Crees que soy idiota, eh?- se rió, ella no lo miraba- claro que no quiero eso, jamás te dejaría Laura, ¿es que es tan difícil de comprender que te amo más que a nada? Eres mi todo- susurro y la beso. Un tierno beso lleno de amor.

-Amor no dejes que mi padre te intimide, yo sé que…Yo se que en el fondo es bueno y te aceptara cuando te conozca. No dejes que sus amenazas te lastimen, prométemelo.

Tenía miedo, sí, pero por ella valía la pena todo, valía la pena correr el riesgo.

Es increíble todo lo que ha pasado, en tan solo una semana. Luego de la conversación que tuvo con ella esa tarde, ambos se veían a escondidas, teniendo precaución de que no los vieran.

Hoy ella vendría a su casa, estaba preparando las cosas para pasar la tarde, cuando tocaron la puerta. Sonrió, era ella.

-Hola mi amor -sonrió tímida.

-Hola -le respondió con una sonrisa inocente, Laura río, acercándose para dar un pequeño beso en sus labios-.

 -Siempre me sonríes de esa forma -rio aun besando sus labios.

-Es que tú me provocas eso… Provocas que me quede mirándote como un tonto, eres preciosa.

-Sí pero me interesa que solo una persona me mire, y ese eres tú -susurró.

De pronto comenzó a besarla fuerte, pero suave. Brusco, pero dulce. La pasión se empezó a acumular en sus cuerpos, contrólate Diego, se decía. Y en contra de su voluntad se alejó.

Laura aún tenía sus ojos cerrados y sus labios hinchados. Poco a poco abrió sus ojos y sus mejillas tomaron ese color rosa, cada vez que él la miraba fijo, se sonrojaba.

-Perdóname...-dijo Diego- sé que tú… Bueno, no estás segura. Y lo entiendo de verdad lo entiendo. Perdón.

-No te disculpes tonto-lo abrazó.- Ahora vamos adentro, que me está dando frío.

Eran cerca de las cuatro de la tarde, la película había terminado. Diego se había quedado dormido a mitad de película. Antes de la película, habían comido pizza y se tomaron fotos ellos juntos, sonriendo, abrazándose, besándose.

Laura se tiró en la cama y comenzó a delinear con su dedo el rostro de Diego, pasando por su frente, por sus ojos, su nariz y su debilidad, sus labios. Se acercó a ellos para besarlos, pero antes comenzó a dar pequeños besos alrededor de su rostro, llegó una vez más a su tentación y no pudo contenerse, lo besó.

Pudo sentir como una sonrisa se formaba en los labios de Diego, mientras la subía encima de él y ponía sus manos alrededor su cintura.

-Mmmmh… Sigue haciendo eso, me gusta. –Laura río. Ahora solo se quedo mirándolo, ¡Wow! era perfecto, tenía tanta suerte de tenerlo, no había muchos chicos como él. Muchas veces le rompieron el corazón, pero él, había sanado todas las heridas del pasado. Él era su ángel, era su todo-.

Justin se dio cuenta de que su novia estaba en un trance, cuanto daría por meterse en esa cabeza y saber que está pensando.

-Princesa, ¿en qué piensas?

-En que eres simplemente perfecto.- sus ojos se llenaron de lagrimas, Diego reacciono inmediatamente, para secar la lagrima que había escapado.

-No llores mi amor… esos ojos tan bonitos nunca deberían llorar, no derrames esas lagrimas de oro -le sonrió- no me gusta verte derramar mi oro. ¿Ok princesa? -ella asintió sonriendo.

- Diego... -interrumpió sus pensamientos.- Sé que yo… sé que te dije que no me sentía preparada para, ya sabes. Pero, quiero hacerlo. Quiero que seas el primero – hizo una pausa para mirarlo- el primero y el último.

Él intentó besarla suave, dándole a entender que esto sería único, sería especial. Comenzó a besarla como le gustaba, guardando en su memoria el sabor de sus labios.

Se recostó, con ella debajo de su cuerpo. Ella no hablaba, pero estaba segura, que  era él, siempre había sido él.

Dentro de poco los besos comenzaron a tomar intensidad. Haciendo que las respiraciones de ambos comenzaran a agitarse.
Diego comenzó por quitar su blusa, haciendo que ella se apenara. Tenía mucha pena.

-Eres perfecta -le dijo él-  no te avergüences. -Dio un pequeño beso en su nariz, para bajar a su cuello y devorarlo. Ella dio un pequeño gemido, haciendo que Diego se descontrolara totalmente.

De apoco las prendar comenzaron a sobrar, Diego había besado todas la delicada piel de Laura, admirando su bello cuerpo. Ella había respondido a cada beso, cada caricia de él. La ropa ya no era una molestia, ambos estaban desnudos, solo faltaba un paso, para que Diego la hiciera ahora sí, suya, suya para siempre.

-Laura... por favor. Prométeme que no te arrepentirás - dijo angustiado, aspirando el aroma del cuello de su novia- prométeme que no olvidaras esto nunca, que él día de mañana, este será el mejor recuerdo de tu vida. Prométemelo, por favor… -le susurró esto último besando sus labios nuevamente-.

-Te lo prometo mi amor -sonrió- Te amo mucho, como para arrepentirme de esto, como para olvidarlo, te amo tanto...-murmuró. Sus ojos soltaron unas cuantas lagrimas, abrazo a Diego escondiendo su rostro, mientras él entraba cuidadosamente en ella, tratando de no hacerle daño, se podía morir si algún día llegaba a hacerle daño, jamás se lo perdonaría. Sintió como ella gimió levemente de dolor, paro un poco.

-Mi amor... -la miro, ella tenía sus ojos cerrados, con lágrimas en ellos, su respiración agitada, se veía simplemente hermosa. -¿Te encuentras bien? - ella solo a asintió con la cabeza.

Diego comenzó una vez más, ahora ella dejaba de sentir el dolor, para ser dominada por aquel acto de amor.

-Abre esos ojos princesa.- junto las manos de ambos, llevándolas a la cabeza de ella- mírame.-sonrió mientras veía como ella abría esos hermosos ojos.-

Así ambos compartieron el mejor día de su vida. Ahora estaban unidos por siempre. La acurruco entre sus brazos, besó su frente para luego decirle te amo.

Después de ese espectacular momento, volvieron a tumbarse en la cama a divertirse, pusieron un poco de música para que ambos cantaran y rieran. Más tarde, Laura sacó un pincelin permanente.

-Dame tu brazo - le dijo sonriendo.

-¿Para qué?

-Quiero hacer algo, divertido. - carcajeo. Diego puso su brazo encima del muslo de ella, Ella le escribió un ‘Te amo’. Haciendo que el sonriera bobamente, ya se le habia costumbre sonreír así al lado de ella.

-Dámelo ahora a mí. – Diego se quedó mirándola, Laura levanto una ceja en forma de '¿Qué?', el solo río negando con la cabeza. Comenzó a escribiendo en el brazo de ella en grande 'Eres muy sexy'. Provocando la risa de los dos. Luego escribió en su la palma de su mano 'huye conmigo'. Ella le sonrió tiernamente, dándole un pequeño beso.

Así pasaron la tarde, entre besos, caricias, momentos divertidos, románticos, momentos que solo ellos sabían construir.

Diego fue a dejarla a la esquina de su casa, no quería que su padre los viera, no quería que tuvieran problemas. Pero a mala suerte de ambos, él estaba ahí, se quedó quieto, observando cómo se despedían. Sigilosamente, camino hacia su casa, para enfrentarse a su hija.

Laura llegaba con una sonrisa en su rostro, fue el mejor día de toda su vida. Lo amaba tanto, había sido tan tierno, tan cariñoso. Hoy tendría una cita con él a las 11. Según él era algo importante, Laura cerró la puerta a sus espaldas, al dar la vuelta vio a su padre.

-Hola papá- se acercó a darle un beso.

-¿Dónde estabas?- pregunto serió.

-En casa de Dulce papá- le dijo insegura- te dije que estaría ahí.

-¿Así?- vio sus brazos pintados.- ¿Que tienes ahí, eh? – ¡Demonios!, no se había quitado los dibujitos de Diego.

-Nada- escondió sus brazos detrás de su espalda.

-Laura...dame tus brazos.

- No.- pero en un abrir de ojos, él los tomó bruscamente leyendo los dibujos de Diego.

-¿Qué significa esto _______? Te has visto con él ¿no?

-No papá, yo…
-¡NO TIENES VERGÜENZA!, ¡MI PROPIA HIJA, ESTÁ MINTIÉNDOME! te vi Laura, te vi ahí despidiéndote de él. Le deje bien en claro a ese mocoso que no te viera, pero...

-¡Basta papá! no hables así de él.- dijo llorando- Él me ama, ¡Yo lo amo!, tú no tienes ningún derecho de meterte en mi relación con él.

-Cállate Laura. Nunca más volverás a ver a ese chico, ¿entendido? ¡NO TE QUIERO CERCA DE ÉL!- la tomó bruscamente del brazo dejando una marca. Para llevarla a su habitación y cerrarle la puerta con llave. - En el futuro me agradecerás esto Laura, solo lo hago por tu bien- dijo antes de irse.

Ella lloraba desconsolada, ¿ahora qué haría? Su celular se lo llevó su padre, necesitaba, llamar a Diego.

-Diego.... -susurró.- por favor, ven. Te necesito.

Había estado encerrada llorando, la tarde completa en su habitación. Su padre nunca se comportó así con ella.

Eran pasadas las 11:30 de la noche. Diego debería estar esperándola, pensaría que lo había dejado plantado, pero no. Quería morirse, ¿ahora qué hacía? Su escapatoria era salir por la gran ventana que tenía su habitación, ¿pero si su padre venia? no quería tener más problemas, ya era suficiente. Además agregar que le temía a las alturas.

Diego aún seguía esperando a Laura, ella nunca se había retrasado tanto. Faltaban 15 minutos para que marcaran las 12:00. Hoy le propondría que se fueran juntos, para así vivir su amor en paz, pero ella no había llegado. Debió pasar algo, ella nunca era impuntual. Había insistido más de 10 veces a su celular, pero ella no contestaba. Y la presión en el pecho de él y su mal presentimiento crecían cada vez más. Decidió ir a buscarla a su casa, no perdía nada. Si se encontraba con su padre, significaría que la suerte no está al lado de él, pero esto no se trata de suerte, se trata de amor. Amor hacía Laura.

Subió a su coche, para prácticamente correr por la autopista, haciendo que el camino fuera más corto. Después de unos 15 minutos, llego a su casa. Todas las luces estaban apagadas, menos la habitación de ella.

Bajo del coche, para subir por una escalera, donde había muchas plantas. Esta llegaba directa a su ventana. Al llegar al segundo piso de este, golpeó suavemente la ventana, mirando hacia abajo, para no ser pillado por su padre. Laura corriendo fue a ver y era él, era Diego. Sonrió, reflejando tristeza en su rostro al igual que Diego. Él apoyo su mano en el vidrio, al igual que ella, haciendo una 'unión' de manos. Laura abrió la ventana, Diego pasó rápidamente. Besándola intensamente.

-Diego- sollozó mientras lo abrazaba- Mi padre si te ve, te hará daño. Él me ha encontrado y, tengo miedo, tengo mucho miedo. No por mí -lo miro- si no por ti.

-Laura... -susurró- escúchame, mi amor- tomó su rostro entre sus manos, para mirarla directamente a los ojos- a mí no me pasará nada ¿ok? -escucharon un ruido cerca, haciendo que se pusieran nerviosos- Escúchame princesa... tenemos poco tiempo. ¿Te escaparías conmigo?- Ella no lo pensó ni un momento, lo quería, pero sobre todo lo amaba, y por él iría hasta la luna si fuera necesario. No le importaba nada, no le importaba donde ir, si era con él a su lado.

-Sí Diego -le sonrió- quiero escapar junto a ti .-Se besaron como les gustaba a ambos, lento, suave, cariñoso. Pero ese hermoso momento fue interrumpido por el constante llamado del padre de Laura en su puerta.

-Laura, por favor contesta hija.

-Yo bajare primero, ¿está bien? Te cogeré allí abajo. Es rápido preciosa, antes de que nos descubran.- ella asintió. Diego fue el primero en bajar, llegando al piso, miró a Laura. -¡VAMOS TÚ PUEDES PRINCESA!-Ella miró una vez más a la puerta y donde estaba Diego. Cerró los ojos al caer, sintió un vértigo fenomenal, pero luego unos brazos fuertes la atraparon.- Te dije que te atraparía. -le sonrió- Vamos, corre.- tomó su mano, para dirigirse al coche de él. Laura subió y luego Diego. -¿Estás segura de esto?- pregunto por última vez.

-Sí- asintió su novia. Justo antes de darle al acelerador, su padre venía corriendo hacia ellos, gritando cosas no muy buenas sobre Diego.

-¡Diablos! -murmuro él. Le dio hasta el máximo al acelerador, haciendo derrapar las llantas del auto.

Corriendo por las calles de la ciudad, a toda velocidad. Esto era una locura, pero el amor es una locura, el amor lo es todo. Laura puso su mano, encima de la de Diego, dándole una señal de apoyo.

-Te amo- le susurró. El respondió un 'Yo también', siguieron conduciendo, pero notaron que venía alguien detrás de ellos. Maldición...era el padre de Laura.

Diego dijo unas cuantas groserías en su mente. Su padre se adelantó, y se puso frente al auto de Diego, así no le daría acceso.

-Bajaré.- le dijo Diego a su novia.

-¡No Diego!- lo agarró de la chamarra- te puede hacer daño.

- Laura debo hablar con él.-bajó del auto, al mismo tiempo que lo hacía él. Laura trataba de no llorar, pero unas lágrimas tímidas se escapaban de los preciosos ojos. Diego y su padre se acercaban, él miraba fríamente a Diego.

-¿Así que querías escapar con mi hija?- Te deje perfectamente claro que no te quería cerca de ella mocoso. ¿Y qué haces tú?, me ignoras. Te dije que me la pagarías muy caro.

-¡Yo la amo!

-Tú no la amas, solo la quieres usar. Usarla como todos los chicos de tu edad lo hacen. Conseguir acostarse con chicas, para luego quizás dejarlas embarazadas y abandonarlas. ¿Pero sabes? Con mi hija no harás eso.

-Temo decirle que ya ocurrió- sonrió cínico- hicimos el amor.- El padre de Laura quedó perplejo, y en un segundo tenía tomado a Diego del cuello de la camisa. Laura no podía escuchar nada, pero al ver como su padre reacciono con Diego, se tensó, su temor creció.

-¡VUELVE A REPETIR ESO, Y NO ESTARAS VIVO!.

-Que su hija y yo, hicimos el amor- sonrió.- Y no por eso la abandonare como usted cree.

El padre de ella no aguanto más y lo golpeo en la mandíbula, provocando que cayera al suelo y sangrando en su labio inferior. Luego se acercó a él y lo golpeo en el estómago, Diego soltó casi todo el aire, le costaba respirar. Lo pateo una, dos, tres veces más en el mismo lugar. Lo tomo por el cuello de la camisa, para terminar lanzando un combo en el ojo derecho de él.

Laura no podía aguantar más, no podía seguir viendo como dañaban a su amor. Se bajó del coche, Diego lo notó y con la poca respiración que le quedaba le dijo.



 - Princesa, vuelve al coche por favor.-se quejó de dolor. Laura lo ignoro y se dirigió a su padre.

-Papá déjalo tranquilo por favor. ¡Suéltalo.-comenzó a llorar.

- Laura vuelve al coche- volvió a insistir Diego.

-Tú no vuelves a ningún lado Laura, tu vuelves conmigo.-la cogió de la muñeca fuertemente, ella forcejeaba observando a Diego, al igual como él lo hacía con ella, conectando la mirada. Una mirada bastó, para decirse todo. Para decirse que se amaban, para decirse que lucharán por su amor, porque mientras ellos se amen, los obstáculos no importan...

El padre de Laura iba a toda velocidad, venía sacándole en cara todas las cosas malas posibles. Ella solo lloraba, pensaba en Diego, por Dios, su padre lo había dejado tan frágil, tan débil. Por el bien de ellos, Diego sufrió todas las consecuencias.

En un cruce brusco, el auto se estrelló contra un camión de carga, dio una, dos, tres vueltas en el aire, terminando por chocar contra un árbol. Laura cerró los ojos inconsciente, al igual que su padre.

Diego llego a su casa encendió la televisión cuando en las noticias algo llamó su atención.

-El auto iba a más de 100 kilómetros de velocidad, impactándose contra este camión, para luego terminar en aquel árbol- hablaba la reportera del canal 12.- Las víctimas se encuentran en la Clínica "Vida". Se han identificado como Pedro Hernández, de 48 años y Laura Hernández de 17. La menor está con riego vital.- Los sentidos de Justin inmediatamente se alertaron, una presión en el pecho comenzó a expandirse, no podía pensar. ¿Pensar?, ¿cuándo?, la chica que más amaba estaba a punto de morirse. Se levantó rápidamente de aquel sofá, ignoraba los gritos de su amigo, el necesitaba llegar aquella clínica, necesitaba ver a Laura.

 Al llegar a la clínica, entro a recepción.

-Buenas noches.- saludó a la secretaria.- Laura Hernández.-buscó algo en la ficha guardada en la computadora.

-Ella se encuentra en la habitación 22, pero no puede recibir visitas. Al menos puede esperarla afuera, allí hay unos asientos
-Gracias- corrió rápidamente a la habitación de ella. Esto era una verdadera pesadilla.

Más tarde, Diego aún se encontraba allí, no había podido pegar un ojo en toda la madrugada. Vio la hora, eran las 9 de la mañana. Un doctor salía de la habitación de Laura, se paró y se acercó a él.

-¿Cómo está?, ¿cómo se encuentra?-pregunto rápidamente.

-¿Usted quién es?

-Soy su novio.

-Lo siento, no puedo darle información a usted.- camino un poco, pero Diego lo tomó del hombro.

-Por favor, póngase en mi lugar solo un minuto. No hay nadie aquí, su padre está herido igualmente, su madre murió. Yo soy lo único que tiene, y ella es lo único que tengo también, se lo suplico.-el doctor suspiro.

-La señorita Laura, no se encuentra bien. El accidente le dejo muchas secuelas, tanto en lo físico, como en lo mental. Perdió muchísima sangre, lo más probable es que no pueda sobrevivir, lo siento mucho.- se retiró. Si Diego pensaba que su mundo caía cuando se enteró del accidente. No, ahora sí que todo le valía una mierda.

Las personas pasaban por el pasillo de Laura como si nada. Diego solo observaba como pasaban las horas. Cada minuto que pasaba se hacía una eternidad para él. Si algo le pasaba a Alba, no sabía que haría. Una enfermera salió de la habitación con una sonrisa.

-Ella ha despertado- a Diego se le iluminaron los ojos- puede pasar a verla.

La enfermera se retiró y Diego dio un suspiro. Al entrar sus ojos se aguaron, Laura estaba conectada a miles de cables, su cabeza tenía varias cicatrices, estaba pálida, con sus labios secos y sin color. Se acercó lentamente para sentarse en la silla.

-Hola mi amor.-le acaricio la mejilla, ella sonrió levemente mirándolo- vas a salir de esta, ¿ok?, confía en mí, todo estará bien- dio un beso en su mano.

-Diego… -murmuro.

-No hables princesa -la interrumpió. Laura volteo levemente, para mirarlo bien.

-Diego solo escúchame ¿ok? - sollozó, una lagrima resbalo por su mejilla- nunca olvides que te amo mucho. Eres... eres lo más maravilloso que he tenido-sonrió.- eres la persona que más he amado. Y...no te olvides jamás de mí.

- Laura, no te despidas… -Diego comenzó a llorar -no puedo vivir sin ti, demonios. Yo debería estar ahí, no tú. Yo te dije que escapáramos, yo.

-No debes culparte de nada amor. Te amo, te amo mucho…- Laura comenzó a cerrar los ojos.

-No cierres los ojos, no te duermas Laura.

-Diego, ya no puedo más, no me quedan fuerzas. Mientras me ames, seré feliz. -y esa fue la última frase que pudo soltar. El pitido de la maquina comenzó a sonar, Diego no lo pensó dos veces, lo desconectó. Su mundo se derrumba en cuestión de segundos.


Se dirigió a un cajón, busco un medicamente. 'Insulina'. Su diabetes y la insulina, no lo dejarían vivir. Le haría efecto rápidamente. Y así fue, se inyecto la insulina. Se acercó a la cama de Laura, dio un último beso en los labios de ella, ya fríos, sin vida. La abrazó y se durmió para siempre. Junto con ella. Dos corazones que se iban, pero que nunca dejaron de amarse. El amor de ella era todo para él, y mientras ella lo amará, significaba todo.

Fin

Laura Janet Gómez Hernández

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